El silencio de las gaitas











La Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CCAJAR) y la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), organizaciones no gubernamentales comprometidas con la defensa de los derechos humanos, la lucha contra la impunidad, el fortalecimiento de organizaciones de base, a través del desarrollo de acciones encaminadas a la búsqueda de la paz con justicia social, presentamos a la Sala de reconocimiento de verdad, reconocimiento y determinación de hechos y conductas (SRVR) de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) un informe que asocia diez masacres que ocurrieron en la región de los Montes de María durante los años 2000 y 2001, en los departamentos de Bolívar y Sucre.


Ese informe lo entregamos también a la ciudadanía a través de este especial digital, para la comprensión de cómo las masacres documentadas, si bien fueron perpetradas directamente por grupos paramilitares, agentes estatales de la Brigada Primera de Infantería de Marina (BRIPRIMA), bajo la comandancia del entonces Contraalmirante Rodrigo Quiñones Cárdenas, actuaron conjuntamente o con aquiescencia y complicidad, bajo la expresión de una política de Estado de apoyo a la consolidación del paramilitarismo.


En los Montes de María son abundantes las pruebas que demuestran la estrecha relación entre los grupos paramilitares y la Fuerza Pública. Además, se han comprobado los estrechos lazos entre estos grupos y autoridades civiles y políticas de todo orden. Fue en este contexto donde, además de otras numerosas graves violaciones de derechos humanos contra la población civil, se realizaron las masacres que se investigaron para este informe, respeto de las cuales, a pesar de tener como autores materiales a los grupos paramilitares de la región, varios elementos probatorios han relevado una participación de la Fuerza Pública que va más allá de la omisión.


“Si se calla el cantor, calla la vida”, es el fragmento de la estrofa de una canción del cantautor Horacio Guarany con un sentido universal que remite a los efectos del dolor, la violencia y la tragedia en el ser humano, privándole del gozo, de la música y del canto. Justamente, el título que lleva este informe: “El Silencio de las Gaitas”, nos remite a uno de los más perversos efectos de la guerra para las comunidades de los Montes de María.


Hace casi 20 años, el escritor Alberto Salcedo Ramos escribió una crónica sobre la incursión que finalizó con la masacre de El Salado, en la que relata el testimonio de un campesino de la región que, a su vez, narra la muerte de una las primeras víctimas de esta barbarie: “le arrancaron las orejas con un cuchillo de carnicería y después le embutieron la cabeza en un costal. Lo apuñalaron en el vientre, le descerrajaron un tiro de fusil en la nuca. Al final, para celebrar su muerte, hicieron sonar los tambores y gaitas que habían sustraído previamente de la Casa de la Cultura”.


Desde ese entonces las gaitas no cantaron más pues su sonido había adquirido notas fúnebres. Se callaron las gaitas y calló la vida.








Con el apoyo de

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Esta publicación se realizó con el apoyo del Agiamondo, Open Society Foundation, y el Programa de Apoyo a la Construcción de Paz en Colombia ProPaz que está siendo implementado por la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH. Las opiniones contenidas en el presente especial web son solo responsabilidad del Colectivo de Abogados “José Alvear Restrepo” (CAJAR) y la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) y no comprometen de ninguna manera a las organizaciones que apoyaron su publicación.


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